Semifinales de Wimbledon y comienzo de la prueba ciclista más importante de la historia, el tour de Francia. Sin lugar a dudas, grandes días para disfrutar de ese regalo con el que los dioses nos premiaron: el deporte.
El tour del re-enganche, podría considerarse. En estos tiempos en los que el ciclismo se encuentra vilipendiado y machacado por polémicas derivadas de oscuras tramas de dopaje, en estos tiempos en los que el ciclismo agoniza intentando no caer en el olvido y el ostracismo del panorama deportivo, aparecen, reaparecen y se mantienen figuras de una brillantez esperanzadora cuanto menos.
Jóvenes valores con mucho que decir como Andy Schleck o Roman Kreuziger; ilustres veteranos que, a buen seguro, darán que hablar como Denis Menchov, Carlos Sastre o Cadel Evans, y una larga retahila de nombres a tener en cuenta: Franck Schleck -y a su gregario– Fabian Cancellara, Franco Pellizotti, Vicenzo Nibali, Oscar Freire, J. A. Flecha, Yaroslav Popovich, Levi Leipheimer, Thor Hushvod, Mark Cavendish, George Hincapie, Robert Gesink, Kim Kirchen, Michael Rogers, Tony Martin (ojo a este debutante alemán, tiene muy buena pinta) Maxime Monfort, etc.
Y aparte, claro, la dicotomía Contador – Armstrong. Papelón el de Johan Bruyneel, director del Astana e íntimo amigo del texano, al que ya le están llovieno críticas por la decisión de dejar fuera de la ronda gala a uno de los gregarios de confianza de Alberto: Benjamín Nogal.
De lo que no hay dudas es que el plantel que presenta el equipo kazajo para ésta edición del tour lo hace máximo favorito sin discusión alguna: los ya citados Alberto Contador y Lance Armstrong, Andreas Klöden, Yaroslav Popovich, Gregory Rasy, Haimar Zubeldia, Sergio Paulinho, Dmitriy Muravyev y Levi Leipheimer. Canelita en rama.
Una pena lo de Tom Boonen y en especial Alejandro Valverde. Ausencias de corredores de este calibre perjudican al ciclismo en general.
Por otra parte, el recorrido:
En líneas generales no se dan muchas diferencias con el recorrido de la edición pasada. Las etapas de montaña y las cronos (muy pocos kilómetros de indivual, 56) distribuidas ampliamente por todo el recorrido, lo que hace que se den pocas «llanas» seguidas.
Eso sí, teniendo en cuenta que la mentalidad de los ciclistas es cada año más conservadora, es muy difícil -e improbable- preveer ataques inesperados, máxime cuando los grandes puertos se encuentran en etapas alejadas del final de la carrera.
¿Etapa reina? tanto por dureza, diseño y exigencia. Le Grand Bornand(en apenas 170 km se superan los 4000 m de desnivel acumulado).
Lo más destacado de ésta edición, sin duda, el final que la organización ha establecido en el Mont Ventoux. «Emoción hasta el final» (es lo que han intentado).
Y para finalizar, dejar constancia de mi alegría por la vuelta y participación (en todos los sentidos) de Lance Armstrong. Algo más que un ídolo para mí por determinadas circunstancias.
A un día para comenzar; allez messieurs!
P.D.: Vale, nada más hacer click para publicar la entrada, leo que al final autorizan a Tom Boonen para tomar parte en la carrera.
Escrito por gorgidas 
Oi hetairoi 